Hace no mucho leí un artículo que escribió Herbert Ramsdem sobre la estética y la propuesta filosófica que planteaban los noventayochistas que coló en mí alguna que otra reflexión reveladora, aunque tímida, del mundo. Es esta una generación literaria que siempre logra dejarme una particular emoción de comunidad y honestidad y a la que tengo, por tanto, una de las estimas más grandes dentro del panorama literario español. En el artículo, como digo, se lanzaba esta afirmación: "A la literatura se la contempla como un
producto del carácter del país, y se toma como un medio para entender ese
carácter'' (1979: 25), y la acompaña con una muy adecuada citación a Azorín, que sentía ''el deseo de buscar nuestro espíritu a través de los
clásicos''. Esta esperanza desesperada en la literatura como fuente reveladora de verdad sobre uno mismo entronca, como en un rompecabezas, con aquella otra frase que se le atribuye a nuestro Cervantes, y que reza así: ''En algún lugar de un libro hay una frase esperándonos para darle un sentido a la existencia''. Y hasta aquí las citas, que , en abundancia, probablemente pueden resultar petulantes en algún modo. No es mi intención.
Mi intención es explicar mi elección literaria en torno a Miguel Delibes. Él es vallisoletano, como lo somos toda mi familia, y ubica la mayor parte de sus obras en el espacio castellano, demostrando por él una sensibilidad muy machadiana que me emociona. Hela aquí, la emoción del lector, que es imprescindible para comprender la obra leída.
Desde pequeñito, mi entorno familiar me ha hablado de Delibes. ''Tienes que leerlo, hijo'', siempre. Y siempre me instaban a leer Cinco horas con Mario; no os quiero ni contar cuál fue el tema de conversación de la semana cuando esta obra vino teatralizada al Bretón.
Ayer me enteré, para más inri, de que mi madre lo había conocido en persona, y también a sus siete hijos porque eran clientes habituales de la tienda de muebles y decoración en que trabajaba mi madre. Mi madre debió de declararse a Delibes como una gran lectora suya, de sus Ratas especialmente, ante lo que el escritor reaccionó, según me contó ella, con una inmensa humildad y modestia; nunca estuvo satisfecho con su creación literaria, como veréis en algunos de los documentales que iré relacionando en las siguientes entradas. Esto, en cuanto a la figura materna. En cuanto a la figura paterna, Miguel Delibes me recuerda inevitablemente a mi padre, tan tremendamente castellanos los dos, en su laconismo y su honestidad. También físicamente, con sus boinas y sus prendas color marrón. Como se ve, Delibes siempre ha estado, de un modo sutil, silencioso, en mi vida.
Si, además, quiero buscar una razón externa a esta elección, la encuentro en que este año se celebra su centenario (1920-2020). Esta red de casualidades parece más bien fruto de un demiurgo de acertado gusto literario.
Así, la necesidad de comprender mi entorno, sostenida en la firme creencia en que las lecturas nos forman como personas al dejarnos un poso moral y un rayito de mundo, es la principal razón por la que Delibes, con su Cinco horas con Mario, protagonizará mi humilde aportación a este blog. Las siguientes entradas serán, como cabe esperar, mucho más analíticas, rigurosas y objetivas, aunque espero no perder, con ello, el rastro de emoción que deja este ''cazador que escribe'' en mí.
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Ramsdem, Herbert, ''El problema de España'', en Historia y crítica de la literatura española (coord. por Francisco Rico), vol.6, tomo 1, 1979, 20-26
Me gusta mucho el tono con el que vas a abordar tus entradas. Ojalá no
ResponderEliminarlo pierdas. Personalmente me parece mucho más agradable la lectura y llega más. Es de agradecer. Hay algo que tienen algunos escritores y que no se puede explicar con meros adjetivos y es la capacidad de llegar.
Me ha encantado como has presentado este gran autor, sin duda, un imprescindible. Desgraciadamente nunca tuve la ocasión de leer Cinco horas con Mario pero espero con ganas tu análisis.
ResponderEliminarBuena publicación, Javi. La acabo de leer y quería decirte que me ha encantado. Gran manera de atraer la atención del lector con esta primera entrada.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.