La poesía de Miguel Hernández está cargada de
imágenes y de elementos simbólicos. Estos elementos simbólicos varían con el
paso del tiempo, desde sus primeros poemas hasta sus últimas obras.
Conocido
como el poeta atormentado, Miguel Hernández expresa los grandes temas
universales y muestra al hombre con sus miedos y deseos. Esto dará origen a una
poesía cósmica atemporal y además, universal. Como bien se explicó en su
biografía anteriormente, a pesar de su origen humilde (y su abandono de los
estudios a una edad temprana), destaca su gran interés por la literatura y comienza a escribir poesía en torno al año 1925. Surge su
voz de poeta que con el paso del tiempo se enriquecerá y madurará hasta
convertirse en un poeta de voz profunda, rebelde e intensa o en la voz del
poeta que expresa el sufrimiento y melancolía como ocurre en su última obra: Cancionero y Romancero de ausencias.
Para que se produzca ese enriquecimiento y maduración, se debe
tener en cuenta la situación personal que vive Miguel Hernández así como las
influencias literarias de cada uno de sus periodos literarios. Es por esto, que
podemos ver en sus primeros poemas (1924-1931), metáforas que se relacionan con
el paisaje de Orihuela y símbolos como el limonero, la higuera, la luna o el
olmo. En obras posteriores, las imágenes están más próximas al surrealismo y a
pesar de que puede utilizar un mismo elemento simbólico, este puede adquirir un
significado diferente dependiendo de cuándo escribe los poemas.
En Perito en lunas
(1933) se encuentran los poemas cargados de metáforas y de hermetismo, esta
última característica hace difícil su interpretación. Esta interpretación, en
ocasiones, se ve favorecida gracias al título del poema, un ejemplo de ello, lo
encontramos en el poema “Toro” en donde el elemento del toro ha sido
interpretado como un símbolo de valentía. Otro símbolo que podemos encontrar es
el de la luna que representa el carácter cíclico de la naturaleza.
En El rayo que no cesa (1936) el tema central es el amor que queda
simbolizado en el rayo. El rayo también es sinónimo de deseo. Otros símbolos
que podemos encontrar en esta obra son: el limón como símbolo del pecho femenino, la sangre como símbolo
de deseo sexual, la camisa como símbolo del sexo masculino o la pena como
frustración ante el rechazo de la amada.
En Viento del
pueblo (1937) vemos una poesía de guerra en donde destacan los símbolos
hernadianos. También aparecen nuevas imágenes y símbolos. En esta obra, destaca
el viento como la voz del pueblo que además, se encarna en el poeta. Un símbolo
que se verá a lo largo de toda la obra es el yugo que representa la
humillación, otro es el del olivo como símbolo de esperanza (“Los aceituneros
de Jaén”), el león se puede ver como un símbolo de rebeldía o el vientre
representa al hijo que va a nacer (“Canción del esposo soldado”), este símbolo
de una futura vida se contrapone a la muerte y destrucción que provoca la
guerra.
En El hombre acecha (1939) los símbolos que podemos encontrar en esta obra son: la
sangre como representación del dolor o el tronco como representación del poeta
unido a su patria.
En su última obra, Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941) los símbolos están
relacionados con la muerte de su primer hijo, por lo que podemos símbolos como
el ataúd, en contraposición se ve el vientre, símbolo de vida y esperanza
(nacimiento de su segundo hijo), la cebolla es otro símbolo presente en esta
obra y representa el alimento que la madre le da al hijo, en Cancionero y
romancero de ausencias, la luna representa al pecho femenino.
Se puede llegar a la conclusión de que la obra de Miguel
Hernández nos muestra una vida de amor y esperanza que ha sido castigada con la
ausencia y que nos lleva hasta la muerte.
Bibliografía:
CIFO GONZÁLEZ, MANUEL (2012) Imágenes y símbolos en la poesía de Miguel Hernández: https://digitum.um.es/digitum/bitstream/10201/26359/1/Im%C3%A1genes%20y%20s%C3%ADmbolos%20en%20la%20poes%C3%ADa%20de%20Miguel%20Hern%C3%A1ndez.pdf [visitado el 26/05/2020]