sábado, 30 de mayo de 2020

Ana María Moix

5. Conclusiones


Después de haberme acercado a la obra de Ana María Moix y tener una idea general de su producción literaria y también de su biografía, puedo decir que esta autora dispone de una gran variedad de obras, más o menos extensas, porque recordemos que escribió desde novela hasta ensayo y, por supuesto poesía, provocando todas ellas un gran interés.

 Su estilo está marcado en ocasiones por la ironía y otras por la melancolía, puede ser tierna, pero también sarcástica y desconcertante. Ana María Moix es capaz de mostrarnos sentimientos íntimos, que pueden o no pertenecerles, y también mundos o realidades inventadas llenas de creatividad y complejidad. En general, era bastante innovadora, tanto en sus creaciones literarias como en sus trabajos como editora y traductora, dándole musicalidad a los poemas que traducía de otros autores. Por ejemplo, introdujo en sus obras las relaciones homosexuales y bisexuales, las frases o palabras en otros idiomas, sobre todo del inglés y las referencias a cuestiones actuales. El hecho de que comenzase como poeta probablemente caracterizó su prosa haciendo que sus textos sean enormemente sugestivos y compactos, en el sentido de que parece que están enormemente meditados y pensados para que todo esté relacionado. Otro de los rasgos más característicos es el reflejo de que fue una gran lectora, no solo porque tiene un gran estilo y un lenguaje bastante rico, sino también por la intertextualidad perceptible y el uso de recursos literarios. De esta forma, Ana María Moix mezcla elementos de la tradición y no solo de la literatura española, sino también europea e hispanoamericana, con otros más modernos, citando siempre a autores que le han servido como maestros en su trayectoria literaria.

Ana María Moix

4. Narrativa


Ana María Moix cultivó la novela, los cuentos, el relato corto y el ensayo. Por esta razón, he decidido seleccionar varios de sus relatos y un artículo, teniendo así la oportunidad de acercarnos a más de una de sus facetas narrativas.
En primer lugar, Las virtudes peligrosas (1985), galardonada con el Premio Ciudad de Barcelona es una recopilación de cinco cuentos bastante amenos de leer y con un lenguaje claro y enormemente sugestivo.
El primero de ellos, homónimo al libro, es, según mi punto de vista, el mejor de los cinco. El argumento de la obra es difícil de resumir, algo que tampoco pretendo hacer, por si alguien quiere leerlo en un futuro. En rasgos generales, trata sobre una niña, Alice, con la que el narrador conversa, sin obtener ninguna respuesta por su parte. La acción transcurre en dos casas de dos ancianas donde Alice acude cada tarde pare leerles. La historia tiene un halo de misterio y una forma de enganchar al lector quien deseará saber más. Además, el narrador, del que desconocemos su identidad hasta muy avanzado el relato, va guiando a Alice y a la vez nos va guiando a los lectores, como en una gymkana, recogiendo pista tras pista hasta unirlas todas y descubrir el enigma.
El segundo de ellos, “Érase una vez”, es un relato metaliterario que trata sobre cuestiones de la propia literatura. En este encontramos personajes como Érase una vez, Uno para contarlo, haciendo referencia a frases prototípicas de los cuentos, otros como el Conde Laurel, Con Quién, la Viuda del Conde Laurel o La Virgen de la Cueva, originarios de canciones infantiles y también de cuentos tradicionales como la Bella Durmiente, Blancanieves y los enanitos. Todos estos personajes viven y se relacionan en una misma casa, algo así como la casa de los cuentos, donde tienen conflictos como el del protagonista del cuento, Uno para contarlo, quien no comprende por qué tiene que almacenar en su cabeza todas las historias que se le presentan si como bien dice su nombre solo quedará uno para contarlo y no podrá compartirlo con nadie. Este relato nos produce un gran sentimiento de frustración, intentando acercar así al lector a lo que deben sentir los personajes.
El tercer relato, “El inocente”, enreda al lector en los pensamientos del protagonista, algo que al parecer veremos en varios de estos relatos. En este caso, el protagonista es un hombre que se encuentra en un bar, no conocemos la razón, pero sí sabemos que es un hombre muy negativo y maniático. Otro hombre, al que hace referencia el título del cuento, intenta ayudarle por todos los medios mientras el protagonista critica todo lo que hace o dice. Finalmente, “el inocente”, es decir, el segundo hombre, termina siendo golpeado por el primero y se descubre la razón de su mal humor y de su estancia en aquel bar.
El cuarto relato, “El problema”, es la personificación de un problema, es decir, los problemas son seres vivos dentro de este relato y es uno concretamente el que lo protagoniza. En este mundo donde los problemas estudian para ser problemas, nuestro problema quiere ser un problema de matices, algo que sus profesores y compañeros no comprenden, pues serlo significa ser un problema de problemas. Como podemos ver, resulta todo muy enrevesado y lo será todavía más cuando el problema acceda a su primer trabajo. Este se encuentra siendo un problema sexual entre una mujer y un hombre, llamados Yo y Tú, triste por no ser lo que pretendía y decepcionado con ser ese tipo de problema tan moderno y tan poco interesante, termina descubriendo que solo es un problema más de una gran lista entre Yo y Tú. El final, como ocurre con todos los relatos de este libro, es sorpresivo, todo lo que parecía ser de una forma, resulta ser solo una visión dentro de una multiplicidad de ellas.
El quinto relato, “Los muertos” es la narración de una noche de fiesta en casa de la protagonista y, como no, narradora, y su marido Miguel. Al contrario que el resto de los relatos, este tiene un final abierto, algo ha ocurrido veinte años atrás con otro hombre llamado Andrés, pero no conseguimos descifrarlo. Ana María Moix vuelve a utilizar el monólogo interior intercalado con escasos diálogos, pero la importancia del narrador es vital pues vemos todo lo ocurrido a través de sus ojos, escuchamos sus juicios y sentimos la pesadez y el cansancio que va haciendo mella en ella. De hecho. Cuando termina la fiesta y, en el último esfuerzo, se acuesta en su cama, sigue narrando a duras penas hasta que termina, como yo ya he dicho, sin desvelarnos el misterio.



En segundo lugar, el Artículo, publicado en El Páis, Nevermore. Este magnífico texto que comienza con la valoración de la palabra Nevermore, que según Ana es una de las palabras más bellas del mundo, sirve como excusa para analizar varios aspectos desde el punto de vista literario. Por una parte, Ana María Moix nos habla sobre el gran valor de los traductores (recordemos que ella misma era traductora y de hecho, en este texto podemos ver sus conocimientos en lenguas como el castellano, el francés, el portugués y el mallorquín, pues nos aporta las traducciones de dicha palabra). Además, también añade los nombres de aquellos que fueron los encargados de traducir “El cuervo” de Edgar Allan Poe, poema donde aparece utilizada nevermore, es decir, que es conocedora de otros autores y de sus trabajos. Por esta razón, Ana cita a Borges, para explicar el gran problema de la traducción, el de que dos palabras pueden significar lo mismo y sonar muy diferente y por esto el trabajo de los traductores, en este caso en poesía, no solo es aportar el significado, sino intentar conseguir la misma sonoridad. Por otra parte, el análisis de este aspecto le lleva a mostrar su interés por la figura del poeta, entendiendo la creación de poesía como una tarea que busca la creación de belleza mediante el trabajo, la voluntad y la técnica y no únicamente por la existencia de la inspiración, es decir, según la visión del traductor, poeta, ensayista y crítico de arte Charles Baudelaire.


Bibliografía
  • Ana María Moix. (2002). Las virtudes peligrosas. Barcelona: Lumen
  • Ana María Moix. (2011). Nevermore. 26/05/2020, de El País Sitio web: https://elpais.com/diario/2011/09/18/catalunya/1316308058_850215.html





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