domingo, 3 de mayo de 2020

Manuel Vázquez Montalbán y la Serie Carvalho



En esta quinta entrada, tras haber presentado el panorama de la novela negra en la España de la Transición, me gustaría introduciros al mundo de Pepe Carvalho y presentaros algunas de sus características principales.

Manuel Vázquez Montalbán inició la célebre serie Carvalho en 1972 con la publicación de Yo maté a Kennedy. Impresiones, observaciones y memorias de un guardaespaldas. La serie consiste en un conjunto de novelas que se enmarcan en el género de la novela negra y que están protagonizadas por el detective Pepe Carvalho, un detective privado con una personalidad atípica. La serie se compone de un total de 20 novelas, pero el personaje también aparece en cuentos, ensayos y obras de teatro del escritor. Aunque la serie constituye un hito en la novela negra española, podemos destacar tres en particular: Los mares del Sur (1979), Los pájaros de Bangkok (1983) y La rosa de Alejandría (1984).


Dentro de la novela negra encontramos el subgénero de novela negra mediterránea, género al cual puede adscribirse la serie Carvalho. Se trata de un género que reúne las características del hard-boiled americano: ‘estructura narrativa construida alrededor de una investigación, comisión de un delito como punto de partida argumental, personajes detectivescos, ambientes criminales, voluntad de denuncia social, etc.’ (Sánchez Zapatero y Martín Escribà, 2013: 51), pero que, además de la procedencia geográfica de los escritores y personajes, también está marcada por la desilusión y nostalgia políticas.

Pepe Carvalho, el personaje principal, no solo es el protagonista de la novela por ser quien resuelve los casos, sino también por escrutar la realidad y trasladar al lector ese desencanto con la situación de la época. Las obras escritas por V.M. en los años 70 y los primeros años de los 80 fueron ‘novelas realistas, crónica de lo que va a ser la vida española de transición desde la década del franquismo’ (Sánchez Zapatero y Martín Escribà, 2013: 47, citado de Tyras, 2003: 103). Como consecuencia de esa desilusión, el tono que se percibe es de desesperanza y de frustración. Esta visión de la realidad es producto del nostálgico recuerdo de los deseos de cambio y renovación que se habían estado alimentado, sobre todo, durante aquellos meses en los que se anticipaba la cercana muerte del dictador y la caída del régimen. Deseos y esperanzas que se vieron truncados y olvidados en el posfranquismo.  

En estas novelas, la ciudad de Barcelona funciona como un personaje más. No es solo un espacio muerto por el que se mueve Carvalho, también remueve la conciencia e incita a la reflexión. Además, constituye un eje de continuidad entre todas las novelas de la serie, de manera que el lector encuentra espacios reconocibles y constantes en todas las obras, como Vallvidrera, donde reside Carvalho, o las calles cercanas a las Ramblas y al Mercado de la Boquería, donde se encuentra su despacho.

La ciudad también constituye el punto de partida del escritor para hacer un análisis crítico de la modernización y de la sociedad. En su recorrido por ella, Carvalho se topa con una Barcelona cosmopolita que nada tiene que ver con la Barcelona que había conocido en tiempos anteriores. V.M. critica a la modernización y a la manera en que acaba con las señas de identidad de la ciudad, provocando que en ocasiones ni siquiera reconozca los espacios y que experimente un sentimiento de amarga nostalgia.

Mención especial merece la presencia constante de la gastronomía en toda la producción del escritor. V.M. traspasa su faceta culinaria a Carvalho y lo convierte, al igual que él, en un experto en la cocina y en un magnífico gourmet. La inclusión de la gastronomía sirve a varios fines: el primero tiene que ver con el propio desdoblamiento del escritor en Carvalho y en el placer que siente por la comida y la elaboración de recetas; el segundo obedece a la plasmación de lo tradicional y costumbrista por medio de recetas catalanas; el tercer cometido es que ‘rellena un compás de espera, soluciona la situación de impasse en el caso policiaco y ayuda a mantener el suspense.’ (Sánchez Zapatero y Martín Escribà, 2013: 50, citado de Colmeiro, 1994: 187).

Me gustaría destacar, por último, la importancia que tuvo la obra de Vázquez Montalbán en la literatura latinoamericana. Los países de Latinoamérica vivieron una situación política, económica y social similar a la de España y encontraron en este género, al igual que V.M., el molde perfecto para contar su historia. Como exponen Javier Sánchez Zapatero y Àlex Martín Escribà:

‘Para los autores latinoamericanos, carentes de una tradición negra a la que aferrarse, Vázquez Montalbán va a convertirse así en su gran referente. En su utilización de los resortes del género y en la plasmación de su crítico y desencantado discurso encuentran los autores del neopolicial el modelo ideal para iniciar su tradición de género negro.’ (2013: 58-59).

Bibliografía

Manuel Vázquez Montalbán. (2020, 31 de marzo). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 27 de abril de 2020. Desde: https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Manuel_V%C3%A1zquez_Montalb%C3%A1n&oldid=124728813

Sánchez Zapatero, J., Martín Escribà, A. (2013). Manuel Vázquez Montalbán y la novela negra del desencanto. MVM: Cuadernos de Estudios Manuel Vázquez Montalbán, 1(1), 46-62. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5744311



Ana María Moix


1. Biografía
Ana María Moix nació en Barcelona el 12 de abril de 1947, ella misma decía que su familia pertenecía al repelente rango de la pequeña burguesía catalana, y es que nació dentro de una familia acomodada. Su madre fue modista y su padre padre, junto a sus tíos, estaban encargados de los talleres de pintura que habían creado sus abuelos. La relación con ellos no fue buena, de hecho, pronto se fue a vivir con sus tías y su hermano Ramón.

Fueron tres hermanos, Ramón, Miguel y Ana. Miguel fue un niño enfermo, nació con espina bífida y murió a los dieciocho años, cuando Ana tenía quince, suceso que le marcó profundamente. Ramón eligió no estudiar y ser escritor, decisión que no gustó mucho a su padre hasta que comenzó a ser más reconocido. Ramón, conocido por su seudónimo Terenci, solía llevar a Ana al cine o con sus amigos y le prestaba libros, siendo junto a su padre, que disponía de una importante biblioteca, uno de los primeros contactos de Ana con la literatura. Ramón, al igual que Ana, era muy revolucionario, muy barcelonés, izquierdista y antifranquista. Su muerte en enero de 2003 también marcó enormemente a la escritora, la cual creó en su honor los premios internacionales Terenci Moix de literatura, cine y artes escénicas.

Ana y su hermano Terenci (Ramón)
Ana era una niña muy inteligente, incluso llegaron a subirle de curso, lo que le volvió tímida y reservada al encontrarse en clase con alumnos de varios años más que ella. Estudió Filosofía y Letras, aunque su padre quería que estudiase farmacia, le gustaba el cine y la literatura, no solo leer, sino también escribir. Leyó a Ana María Matute a los doce años, quien influyó enormemente en toda su producción literaria. También leyó a escritores extranjeros como Dostoievski, Henry James, F. Scott Fitzgerald, Carson McCullers y a hispanoamericanos como Vargas Llosa, Cortázar y García Márquez. Históricamente se encontraba en el momento en el que se estaba produciendo la agonía del franquismo y la transición a la democracia, razón por la cual se considera que Ana era una mujer entre dos generaciones, viviendo a su vez la dictadura franquista tardía y experimentando la rebeldía y el nuevo cambio que llegaba desde el extranjero.

Era una mujer de espíritu rebelde, primero escuchaba y después opinaba. Se implicó en política, pero señalando siempre que ella no estaba dentro de ningún partido. Personalmente era una mujer con un gran conflicto de identidad, pero que a la vez sabía lo que quería ser en cuanto a una definición sexual, intelectual y social. Tenía un gran sentido del humor, a veces incluso llegando al humor negro, algo que se podrá apreciar en su literaturaPere Gimferrer fue su mentor y, de nuevo gracias a Terenci, conoció a otros escritores como Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma, Beatriz de Moura, Oriol Bohigas, Jorge Herralde, Pere Gimferrer, Manuel Vázquez Montalbán o Esther Tusquets, con los que mantuvo una gran amistad.
En 1970 Josep Maria Castellet la incluyó en su antología Nueve novísimos poetas, con textos que tienen todavía hoy una gran vigencia, pero que fue tanto alabada como criticada. La polémica giraba en torno a que los escritores que se encontraban en ella vivían la mayoría en Barcelona o Madrid, es decir, había un centralismo dominante que dejaba fuera a muchos otros autores, no solo porque viviesen fuera de estas grandes ciudades, sino porque, aunque representaban direcciones radicalmente renovadoras, lo hacían en direcciones muy distintas a las de este grupo. En este sentido de ruptura con lo anterior, se señaló también que quizás se estaba confundiendo ruptura y calidad. Algunos autores o críticos apuntaron que más que una antología parecía un manifiesto o una poética, es decir, la enumeración de una serie de características que sí que tenían en ese momento esos autores.

Ana María también participó en la Gauche Divine, movimiento de intelectuales y artistas izquierdistas de Barcelona que se dio durante los años sesenta y comienzos de los setenta. Este grupo estuvo ligado al movimiento cinematográfico denominado Escuela de Barcelona y fue el escritor y periodista Joan de Sagarra quien bautizó al grupo con este nombre. Ana escribiría 24 horas con la Gauche Divine, un retrato irónico de sus vivencias en el movimiento. Además de sus publicaciones literarias, trabajó como articulista en Diario Público de edición catalana, en el periódico Tele/expres, diario independiente, entrevistando a escritores en la sección “Veinticuatro horas de la vida de …” y en la revista Vindicación Feminista donde escribía críticas de cine y de literatura. También dirigió las colecciones de poesía y relatos de las editoriales Plaza & Janés y Bruguera, siendo directora de esta última editorial entre 2006 y 2010. Cuatro años después, el 28 de febrero de 2014, Ana María Moix fallecía después de una larga batalla contra el cáncer.

Bibliografía y webgrafía:

Conclusiones sobre Miguel Hernández

Y con el teatro de Miguel Hernández doy por concluido este viaje a través de su vida y gran parte de su obra. Personalmente, no sabía much...