Hasta
el momento lo que he realizado en este blog ha sido contextualizar a este dramaturgo
y analizar una de sus obras teatrales, concretamente Hoy es fiesta (1955). En esta tercera entrada voy a abordar un
aspecto de gran repercusión en aquella época como fue la polémica
posibilismo-imposibilismo[1]. Esta
polémica del posibilismo teatral tuvo lugar en el año 1960 en las páginas de la
revista denominada Primer acto, en
concreto en un artículo titulado “Teatro imposible y pacto social”. En ella,
Sastre se dirigió tanto a Buero Vallejo como a Alfonso Paso[2]. Desde
que Sastre hablara de “pacto”, Buero Vallejo afirmaba “yo no he pactado con
nadie…”, al igual que asegura Goya a Leocadia al inicio de la parte segunda de El sueño de la razón (De Paco, 2013: 2)[3]. Ante
la gravedad de la crítica de Sastre dirigiéndose a Buero personalmente, este se
ve obligado a responder públicamente en la prensa con disgusto, pues considera
que estos enfrentamientos son perjudiciales para la labor de ambos.
De
acuerdo con Lina Rodríguez Cacho (2009: 485), “Sastre acusaba a Buero de haber
renunciado a un compromiso claro con la lucha social […] y de hacer concesiones
en favor del aplauso. La polémica implicó también a Alfonso Paso (Madrid,
1936-1975), que se convirtió en el más prolífico dramaturgo de estas décadas
[…]”. Sin embargo, debemos tener presente, de acuerdo con De Paco (2013: 2), que
Buero Vallejo “desde sus primeros textos teóricos, señala la obligación que
tiene el creador de buscar modos de expresarse en una sociedad constreñida por
condicionamientos censoriales […]”.
Sastre
defiende que en ese momento el autor teatral tiene que ser imposibilista, considera
que un autor que escribe en un régimen de dictadura no puede escribir pensando
en la censura. De algún modo, se está enfrentando a Buero Vallejo, ya que poco
antes había defendido que el autor necesitaba tener una postura posibilista,
porque de nada sirve escribir grandes obras de teatro muy críticas si no se dan
a conocer al público y permanecen guardadas en un cajón. Por ello, Buero
defendía que el teatro se debía hacer de una forma crítica, pero de tal manera
que superase la censura para así poder llegar a los espectadores y que,
consecuentemente, resultara efectivo. En definitiva, tal y como afirma Muñoz
Cáliz (172: 2004), estos autores defendieron distintas opciones teóricas en
torno a la actitud que debían adoptar los creadores ante la existencia de la
censura, la cual fue mucho más allá de los tres artículos en los que esta se
materializó, llegando a repercutir incluso en el futuro del teatro español.
Esta
polémica entre ambos tuvo lugar a propósito de si el teatro debía luchar
abiertamente contra las estructuras sociales o hacerlo, por el contrario, desde
el interior del propio sistema, aceptando las cortapisas de la censura. Esta
última postura fue denominada como “posibilismo escénico” y al ser adoptada por
Buero Vallejo dio lugar a que sus compañeros más radicales le tacharan
despectivamente de ‘posibilista’, entre ellos directamente Sastre, autor que
consideraba que el dramaturgo debía ser siempre arriesgado, debido a que no
había un teatro imposible, sino “momentáneamente imposibilitado” (Rodríguez
Cacho, 2009: 485). Con la última expresión se refiere a que determinadas piezas
teatrales podían ser imposibitadas por factores externos (censura)[4] a
la propia elaboración teatral. En relación con esta idea, para ser más
precisos, de acuerdo con Buero Vallejo (1994: 672), Antonio Sastre afirmaba lo
siguiente: “todo teatro debe ser considerado posible hasta que sea imposibilitado;
y toda imposibilitación debe ser
acogida como una sorpresa”.
Asimismo,
Sastre consideraba que la postura de Buero era la siguiente: hacer un teatro
posible en España, aunque para ello sea preciso realizar ciertos sacrificios
que se derivan de la necesidad de acomodarse de algún modo a la estructura de
las dificultades que se oponen a nuestro trabajo. Buero se defendió afirmando
que cuando critica el “imposibilismo” y recomienda la posibilitación, no está
predicando acomodaciones, sino que propugna la necesidad de un teatro difícil y
resuelto a expresarse con la mayor holgura, pero que no debe solamente
escribirse, sino que también debe estrenarse. Por tanto, defiende un teatro “en
situación”; lo más arriesgado posible, pero no temerario[5].
Recomienda hacer “posible” un teatro imposible. En definitiva, llama
imposibilismo a aquella actitud que se sitúa, mecánica y antidialécticamente,
“fuera de la situación”: la actitud que busca hacer todavía más imposible a un
teatro “imposible” con temerarias elecciones de tema o expresión, con
declaraciones provocadoras o reclamos inquietantes y abundantes[6].
Por
último, me gustaría señalar que Buero, en alguna ocasión, ha achacado a Sastre
caer en incongruencias al defender su postura imposibilista. Por ejemplo, afirma
que cuando dijo que su obra teatral La
mordaza[7]
era un cripto-drama, algo que no tenía la intención de hacer, pero que, en
realidad, estaba haciendo, este incurría en posibilismo. Dicho de otro modo,
Buero toma esa declaración de Sastre como un ejemplo de contradicción, muy poco
o nada dialéctica[8],
que se crea entre lo que dice y lo que hace (Buero Vallejo, 1994: 677).
BIBLIOGRAFÍA
BUERO VALLEJO, ANTONIO (1994): Poesía, narrativa, ensayos y artículos,
ed. Luis Iglesias Feijoo y Mariano de Paco, Espasa Calpe, Madrid, págs.
668-680.
DE
PACO, MARIANO (2013): “Buero Vallejo y Alfonso Sastre en la sociedad
democrática”, en Revista de Investigación
Teatral, Nº 3.
Documental disponible
en https://www.rtve.es/televisión/20170322/capitan-centellas-retrato-del-autor-teatral-antonio-buero-vallejo/1509043.shtml
Fecha de consulta: 30/03/2020.
MUÑOZ
CÁLIZ, BERTA (2004): “A vueltas con el posibilismo teatral”, en Teatro: revista de estudios teatrales,
Nº 20, págs. 171-198.
RODRÍGUEZ
CACHO, LINA (2009): Manual de Historia de
la Literatura española, Castalia, Madrid.
[1]
Ya he hecho referencia a
esta polémica teatral en mi primera entrada, pero ahora la voy a tratar en una
mayor profundidad.
[3] La cuarta de mis entradas irá
destinada a analizar específicamente esta obra teatral.
[5] No poner por escrito en tu obra
teatral todos tus pensamientos, como afirmaba Sastre, si eres consciente de que
la censura no te va a dejar publicar la obra. Buero consideraba que mostrar tu
postura de forma completa y sincera no servía de nada si esa obra no se daba a
conocer.
[6] La información de este párrafo
ha sido extraída de: BUERO VALLEJO, ANTONIO (1994): Poesía, narrativa, ensayos y artículos, ed. Luis Iglesias Feijoo y
Mariano de Paco, Espasa Calpe, Madrid, págs. 673-674.
[7]
En esta obra destaca el
mensaje de la libertad y de lo difícil que era vivir amordazados, pero esa idea
quedó sumergida en la trama policíaco-rural. En otras palabras, como explica Lina Rodríguez Cacho
(2009: 484), “La mordaza […] pudo
estrenarse en 1954 gracias a la miopía de los censores”.
[8] Sastre consideraba que “[…] el
progreso no se consigue por acomodación, sino dialécticamente, por
contradicción, por oposición de los contrarios” (Buero Vallejo, 1994: 672).
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