jueves, 16 de abril de 2020

POLÉMICA TEATRAL POSIBILISMO-IMPOSIBILISMO



Hasta el momento lo que he realizado en este blog ha sido contextualizar a este dramaturgo y analizar una de sus obras teatrales, concretamente Hoy es fiesta (1955). En esta tercera entrada voy a abordar un aspecto de gran repercusión en aquella época como fue la polémica posibilismo-imposibilismo[1]. Esta polémica del posibilismo teatral tuvo lugar en el año 1960 en las páginas de la revista denominada Primer acto, en concreto en un artículo titulado “Teatro imposible y pacto social”. En ella, Sastre se dirigió tanto a Buero Vallejo como a Alfonso Paso[2]. Desde que Sastre hablara de “pacto”, Buero Vallejo afirmaba “yo no he pactado con nadie…”, al igual que asegura Goya a Leocadia al inicio de la parte segunda de El sueño de la razón (De Paco, 2013: 2)[3]. Ante la gravedad de la crítica de Sastre dirigiéndose a Buero personalmente, este se ve obligado a responder públicamente en la prensa con disgusto, pues considera que estos enfrentamientos son perjudiciales para la labor de ambos.

De acuerdo con Lina Rodríguez Cacho (2009: 485), “Sastre acusaba a Buero de haber renunciado a un compromiso claro con la lucha social […] y de hacer concesiones en favor del aplauso. La polémica implicó también a Alfonso Paso (Madrid, 1936-1975), que se convirtió en el más prolífico dramaturgo de estas décadas […]”. Sin embargo, debemos tener presente, de acuerdo con De Paco (2013: 2), que Buero Vallejo “desde sus primeros textos teóricos, señala la obligación que tiene el creador de buscar modos de expresarse en una sociedad constreñida por condicionamientos censoriales […]”.

Biografia de Alfonso Sastre
Sastre defiende que en ese momento el autor teatral tiene que ser imposibilista, considera que un autor que escribe en un régimen de dictadura no puede escribir pensando en la censura. De algún modo, se está enfrentando a Buero Vallejo, ya que poco antes había defendido que el autor necesitaba tener una postura posibilista, porque de nada sirve escribir grandes obras de teatro muy críticas si no se dan a conocer al público y permanecen guardadas en un cajón. Por ello, Buero defendía que el teatro se debía hacer de una forma crítica, pero de tal manera que superase la censura para así poder llegar a los espectadores y que, consecuentemente, resultara efectivo. En definitiva, tal y como afirma Muñoz Cáliz (172: 2004), estos autores defendieron distintas opciones teóricas en torno a la actitud que debían adoptar los creadores ante la existencia de la censura, la cual fue mucho más allá de los tres artículos en los que esta se materializó, llegando a repercutir incluso en el futuro del teatro español.  

Esta polémica entre ambos tuvo lugar a propósito de si el teatro debía luchar abiertamente contra las estructuras sociales o hacerlo, por el contrario, desde el interior del propio sistema, aceptando las cortapisas de la censura. Esta última postura fue denominada como “posibilismo escénico” y al ser adoptada por Buero Vallejo dio lugar a que sus compañeros más radicales le tacharan despectivamente de ‘posibilista’, entre ellos directamente Sastre, autor que consideraba que el dramaturgo debía ser siempre arriesgado, debido a que no había un teatro imposible, sino “momentáneamente imposibilitado” (Rodríguez Cacho, 2009: 485). Con la última expresión se refiere a que determinadas piezas teatrales podían ser imposibitadas por factores externos (censura)[4] a la propia elaboración teatral. En relación con esta idea, para ser más precisos, de acuerdo con Buero Vallejo (1994: 672), Antonio Sastre afirmaba lo siguiente: “todo teatro debe ser considerado posible hasta que sea imposibilitado; y toda imposibilitación debe ser acogida como una sorpresa”.

Asimismo, Sastre consideraba que la postura de Buero era la siguiente: hacer un teatro posible en España, aunque para ello sea preciso realizar ciertos sacrificios que se derivan de la necesidad de acomodarse de algún modo a la estructura de las dificultades que se oponen a nuestro trabajo. Buero se defendió afirmando que cuando critica el “imposibilismo” y recomienda la posibilitación, no está predicando acomodaciones, sino que propugna la necesidad de un teatro difícil y resuelto a expresarse con la mayor holgura, pero que no debe solamente escribirse, sino que también debe estrenarse. Por tanto, defiende un teatro “en situación”; lo más arriesgado posible, pero no temerario[5]. Recomienda hacer “posible” un teatro imposible. En definitiva, llama imposibilismo a aquella actitud que se sitúa, mecánica y antidialécticamente, “fuera de la situación”: la actitud que busca hacer todavía más imposible a un teatro “imposible” con temerarias elecciones de tema o expresión, con declaraciones provocadoras o reclamos inquietantes y abundantes[6]. 

Por último, me gustaría señalar que Buero, en alguna ocasión, ha achacado a Sastre caer en incongruencias al defender su postura imposibilista. Por ejemplo, afirma que cuando dijo que su obra teatral La mordaza[7] era un cripto-drama, algo que no tenía la intención de hacer, pero que, en realidad, estaba haciendo, este incurría en posibilismo. Dicho de otro modo, Buero toma esa declaración de Sastre como un ejemplo de contradicción, muy poco o nada dialéctica[8], que se crea entre lo que dice y lo que hace (Buero Vallejo, 1994: 677).

BIBLIOGRAFÍA

BUERO VALLEJO, ANTONIO (1994): Poesía, narrativa, ensayos y artículos, ed. Luis Iglesias Feijoo y Mariano de Paco, Espasa Calpe, Madrid, págs. 668-680.

DE PACO, MARIANO (2013): “Buero Vallejo y Alfonso Sastre en la sociedad democrática”, en Revista de Investigación Teatral, Nº 3.


MUÑOZ CÁLIZ, BERTA (2004): “A vueltas con el posibilismo teatral”, en Teatro: revista de estudios teatrales, Nº 20, págs. 171-198.

RODRÍGUEZ CACHO, LINA (2009): Manual de Historia de la Literatura española, Castalia, Madrid.





[1] Ya he hecho referencia a esta polémica teatral en mi primera entrada, pero ahora la voy a tratar en una mayor profundidad.
[2] Por tanto, Alfonso Sastre es el iniciador de esta polémica.
[3] La cuarta de mis entradas irá destinada a analizar específicamente esta obra teatral.
[4] A la que Sastre llamaba “aparato de control”, denominación que también fue criticada por Buero.
[5] No poner por escrito en tu obra teatral todos tus pensamientos, como afirmaba Sastre, si eres consciente de que la censura no te va a dejar publicar la obra. Buero consideraba que mostrar tu postura de forma completa y sincera no servía de nada si esa obra no se daba a conocer.
[6] La información de este párrafo ha sido extraída de: BUERO VALLEJO, ANTONIO (1994): Poesía, narrativa, ensayos y artículos, ed. Luis Iglesias Feijoo y Mariano de Paco, Espasa Calpe, Madrid, págs. 673-674.
[7] En esta obra destaca el mensaje de la libertad y de lo difícil que era vivir amordazados, pero esa idea quedó sumergida en la trama policíaco-rural. En otras palabras, como explica Lina Rodríguez Cacho (2009: 484), “La mordaza […] pudo estrenarse en 1954 gracias a la miopía de los censores”.
[8] Sastre consideraba que “[…] el progreso no se consigue por acomodación, sino dialécticamente, por contradicción, por oposición de los contrarios” (Buero Vallejo, 1994: 672).

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