lunes, 16 de marzo de 2020

Comentario del poema ''Donde pongo la vida'' de Ángel González

El texto a comentar pertenece al poemario Sin esperanza, sin conocimiento, publicado en 1961 por el poeta asturiano, y en la línea de la tendencia intimista que rompe con la poesía social de la década anterior. La voz del yo lírico adquiere todo el protagonismo, y supera el colectivismo de la literatura anterior, con los textos de Dámaso Alonso o de Cela como exponentes.

El poema de Ángel González está escrito según la métrica tradicional del soneto, con rima consonante ABBA / ABBA / CDC / CDC, en versos endecasílabos. Es un texto muy hilvanado, donde las separaciones temáticas y formales entre cuartetos y tercetos son nulas, como reflejan los encabalgamientos (vv. 8-9) y el amplio juego de paralelismos y repeticiones (‘‘pongo’’, ‘‘juego’’, ‘‘sigo’’, ‘‘vida’’, ‘‘perder-perdida’’).
Los verbos están en presente de indicativo, mayoritariamente en primera persona de singular. Es en los tercetos donde se presenta la tercera persona del singular, confiriendo a las estrofas el carácter sentencioso que les corresponde. El quiasmo y la elipsis verbal en los dos últimos versos funcionan de forma sólida y potente como conclusión tanto en el plano formal como en el del contenido.

En cuanto a la significación del poema, la sencillez del léxico empleado permite un acercamiento más o menos fácil a su interpretación. El poeta expone su voluntad de vivir, su disposición a enfrentar los obstáculos de la existencia, consciente de su azar, así como del escaso o nulo control que él mismo puede tomar en su devenir. Hay mucho estoicismo en su texto, en tanto que se toma conciencia amable de las propias limitaciones, en lugar de adoptar una actitud trágica y frustrada.
El autor concibe la vida como una ruleta de casino, en donde el jugador proyecta sus expectativas de victoria, pero siempre sabedor de que no depende de él su éxito, ni su fracaso. Esta es una dinámica constante en la existencia, porque se juega ‘‘al siempre va’’. La fe es, para González, fundamental para seguir viviendo, para no ‘‘ponerse en juego’’; es un individuo pasional, que proyecta todo su ser en lo que hace, y en lo que vive, especialmente en el ámbito del amor.
Es, en definitiva, un poema de esperanza en la felicidad, una poética de la existencia del propio escritor, quien, a pesar de los contratiempos, afirma: ‘‘no me doy por vencido’’.

Adjunto la versión de Pedro Guerra, idónea para contemplar las ventanas de esta tarde lluviosa de cuarentena, con la esperanza de que pronto pasará...:




Donde pongo la vida pongo el fuego

de mi pasión volcada y sin salida.
Donde tengo el amor, toco la herida.
Donde dejo la fe, me pongo en juego.

Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego
vuelvo a empezar, sin vida, otra partida.
Perdida la de ayer, la de hoy perdida,
no me doy por vencido, y sigo, y juego

lo que me queda: un resto de esperanza.
Al siempre va. Mantengo mi postura.
Si sale nunca, la esperanza es muerte.

Si sale amor, la primavera avanza.
Pero nunca o amor, mi fe segura:
jamás o llanto, pero mi fe fuerte.


1 comentario:

  1. Estupendo comentario, Javier.
    Ángel González es un grandísimo poeta. En mi opinión, realmente maravilloso. Y el poema es muy significativo de su poética, como tú indicas al final de tu comentario.

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