Las comedias teatrales de E. Jardiel Poncela fueron
las producciones más significativas de su carrera literaria. Por ello, en esta
entrada estudiaremos las técnicas humorísticas más recurrentes que empleó en la
conformación de sus obras.
En la siguiente entrada, titulada "La comicidad verbal", atenderemos de forma focalizada a dos obras teatrales para sumergirnos en el estudio de los procesos de configuración de la comicidad verbal. Además, ejemplificaremos con textos sus rasgos humorísticos más interesantes.
1. RENOVACIÓN TEATRAL.
En la siguiente entrada, titulada "La comicidad verbal", atenderemos de forma focalizada a dos obras teatrales para sumergirnos en el estudio de los procesos de configuración de la comicidad verbal. Además, ejemplificaremos con textos sus rasgos humorísticos más interesantes.
1. RENOVACIÓN TEATRAL.
En primer lugar, debemos constatar que E. Jardiel
Poncela creó su propio género teatral: "el teatro cómico fantástico con elementos de parodia y de gran guiñol[1]" (Gallud, 2014: 185).
Como punto de partida recordaremos, una vez más, que
el objetivo fundamental de este autor era emplear la estética vanguardista para
evidenciar y corregir los grandes defectos del teatro humorístico que se estaba
representando durante esos años. Según Gallud Jardiel, su relación con la vanguardia nació de su afán
por romper con el pasado, subvertir las normas de expresión y demostrar su
cosmopolitismo a través de una estética surrealista que daba cabida a
personalidades desinhibidas y a situaciones inverosímiles (2014: 101).
Ante esto, el escritor propuso una nueva forma de hacer comedias y creó una teoría culturalista [2] que defendía el humorismo como prueba de inteligencia y que consideraba la risa como un camino para la liberación de la tensión psicológica. Sus obras contenían grandes giros humorísticos en los que la ironía y la parodia revistieron de risa los
problemas sociales y literarios.
Su teatro humorístico fue inverosímil, no absurdo, pues los elementos absurdos que expuso tenían su función y explicación argumental. Sus comedias fueron disparatadas, pero esto no evitó que el autor cosechase grandes éxitos taquilleros y se erigiera como uno de los comediógrafos más relevantes del S. XX en España. Sus obras buscaban ser claras y de calidad “para que todo el mundo lo entendiera, [igual que hicieron] Tirso, Calderón y Lope” (EJP, O.C., VI: 978)[3] y estaban dirigidas a las masas, no a grupos minoritarios de la sociedad.
Su teatro humorístico fue inverosímil, no absurdo, pues los elementos absurdos que expuso tenían su función y explicación argumental. Sus comedias fueron disparatadas, pero esto no evitó que el autor cosechase grandes éxitos taquilleros y se erigiera como uno de los comediógrafos más relevantes del S. XX en España. Sus obras buscaban ser claras y de calidad “para que todo el mundo lo entendiera, [igual que hicieron] Tirso, Calderón y Lope” (EJP, O.C., VI: 978)[3] y estaban dirigidas a las masas, no a grupos minoritarios de la sociedad.
Por encima de todo, se le reconoce por su gran
originalidad. La singularidad de sus obras nacía de
la atemporalidad del conflicto, la destipificación del
lenguaje, el encadenamiento de situaciones inverosímiles, la dosificación de la
comicidad en el lenguaje y la diversificación de la comicidad de situación, así
como un tono de fantasía e irrealidad que intenta mantener […] para desasirse
de la tradición figurativa, concreta y lógica. Su fantasía [hizo] soñar al
público. [Gallud, 2014: 111].
A continuación, estudiaremos algunos de los rasgos
renovadores más importantes que propuso Jardiel. En este caso, los referidos a las situaciones, los personajes, los temas, el decorado, etc.
Los argumentos de sus comedias rozaban el barroquismo,
pues el autor actualizaba las técnicas de acumulación de situaciones,
personajes y disparates. Sus historias comenzaban in media res e impedían la
gradación argumental, ya que desde la primera escena se presentaba un enredo
dinámico y de diálogo rápido que se iba enmarañando para acabar deshaciéndose
de forma racional. De esta manera, innovó en la no presentación de los
antecedentes y en la unión de la estética barroca aglomeradora con la vertiginosa concatenación
de acciones propia de las producciones de Hollywood.
Todos ellos destacaban por su gran eficacia escénica. Sin embargo, ninguno de sus personajes ha pasado a la memoria colectiva (como hicieron el Lazarillo, Don Quijote o Don Juan Tenorio), porque "su función era la de hacer avanzar la trama, pues el teatro de Jardiel era un teatro de intrigas y no de personajes" (Gallud, 2011: 105).
Los personajes pertenecían a las clases altas, carecían de preocupaciones económicas y eran intencionadamente cosmopolitas. Los rasgos cosmopolitas o modernizantes, tanto los argumentales como los propios del lenguaje de los personajes, buscaron aislar el teatro de Jardiel del regionalismo y costumbrismo que le otorgaban a sus obras dramaturgos como los ya mencionados Carlos Arniches o Muñoz Seca.
Esta modernidad se reflejaba en su afán por sintonizar con su tiempo presente, ya fuera mediante los temas o en lo relativo a las referencias que hacía a las marcas, productos, teorías psicológicas o movimientos culturales en boga.
Generalmente, las situaciones jardielescas tenían un
punto de partida disparatado y las encarnaban personajes pintorescos. De esta
manera, se generaba la atmósfera humorística tan representativa del autor. Estas
situaciones poseían algunos rasgos recurrentes como la incorporación de lo
inesperado, los contrastes en el comportamiento de los personajes, las paradojas,
las incongruencias, la falsa lógica y lo equívoco. Casi siempre eran
desmesuradas, parecían hiperbolizadas y subvertían todas las reglas racionales. Sin embargo, en el desenlace se descubría cuál era la unión lógica
entre ellas, que solía relacionarse con la psicología de los personajes.
Por otro lado, propuso la renovación escenográfica. Su audacia y el haber trabajado en todos los ámbitos teatrales (escritor,
director de escena, ayudante de los técnicos, etc.), le permitieron conocer el
funcionamiento general de las representaciones. Con estos conocimientos, creó
un nuevo modelo de montaje: las escenografías desplazables por medio de
ascensores y vagones. Sin embargo, tras elaborar los bocetos, no pudo desarrollarlos por la falta de subvención económica. Aun así, Jardiel logró sorprender al público con escenografías poco corrientes (y modernas) como
“un vagón de tren, la cubierta de un transatlántico, un cine […] o una isla
desierta” (Gallud, 2014: 197).
Bibliografía:
Conde Guerri, María José (1993). ”La vanguardia y el teatro
de Jardiel Poncela”, en Jardiel Poncela. Teatro, vanguardia y humor,
Barcelona: Anthropos, pp. 87.
Gallud Jardiel,
Enrique (2011). El
teatro de Jardiel Poncela. El humor inverosímil. Madrid: Fundamentos.
[1] El gran guiñol fue un tipo de teatro francés provocador, que elogiaba la transgresión y rompía con los moldes del teatro burgués. https://elpais.com/diario/1985/03/09/cultura/479170808_850215.html
[consulta: 01/05/2020]
[6] Bergson, Henri (1985 [1900]). La risa: ensayo sobre la significación de lo cómico, Madrid: SARPE.
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