En las siguientes entradas nos sumergiremos en la creación literaria de Enrique
Jardiel Poncela.
En primer lugar, estudiaremos la vida del
autor. Después, atenderemos a su propuesta estética y sus obras.
1. Apuntes biográficos de Enrique Jardiel Poncela.
Enrique Jardiel Poncela (1901-1952) fue un
prolífico escritor que cultivó diferentes géneros literarios desde un afán
regeneracionista de la literatura y que destacó por la originalidad de su
teatro cómico, siendo considerado “único en su género” (Olmos, 2015: 70).
Este autor nació bajo el seno de una
familia burguesa madrileña, hijo de una pintora y un periodista, lo que le
permitió estar en contacto con el mundo intelectual. En la biblioteca de sus
padres se nutrió de textos de “Cervantes, Charles Dickens, Lope de Vega,
Aristóteles, Alejandro Dumas o Arthur Conan Doyle” (Olmos, 2015: 49), que alentarían su perfil artístico.
Desde pequeño sintió la vocación teatral. Por ello, en 1916 comenzó a componer obras teatrales junto a Serafín Adame Martínez, como La banda de Saboya (1921). Estudió en la Institución Libre de Enseñanza y, después, en la Sociedad Francesa, centros que le vincularon al pensamiento europeo.
Desde pequeño sintió la vocación teatral. Por ello, en 1916 comenzó a componer obras teatrales junto a Serafín Adame Martínez, como La banda de Saboya (1921). Estudió en la Institución Libre de Enseñanza y, después, en la Sociedad Francesa, centros que le vincularon al pensamiento europeo.
Hasta sus 20 años publicó en periódicos
como La acción o Las cortes. Después, en “El
imparcial, La libertad, La nueva humanidad y La
correspondencia de España” (Gallud, 2014: 93). Desde 1922 publicó en
la revista Buen humor y, más tarde, en “Gutiérrez, Aire
Libre, Nuevo Mundo, Mundo Gráfico, La Voz, El Sol, El Heraldo de Madrid y Las
Provincias” (Gallud, 2014: 94). En 1925 fundó, junto a J. López Rubio
y A. Barbero, un semanario cómico infantil titulado Chiquilín. También participó en programas
radiofónicos para Radio Ibérica, en los que presentaba diálogos cómicos.
El dibujo y la caricatura también formaron
parte de su actividad artística. Por ello, en 1923 comenzó a publicar en la revista Buen
humor junto a dibujantes como “Fresno, K-Hito o Federico Ribas y humoristas
como Gómez de la Serna, Miguel Mihura, Edgar Neville, Wenceslao Fernández
Flores o Ernesto Polo” (Olmos, 2015: 67). En 1927, su experiencia en esta
revista y las "ideas aperturistas y renovadoras heredadas de R. Gómez
de la Serna" (Olmos, 2015: 68) impulsaron a Jardiel a dedicarse
expresamente a la literatura humorística. En ello se mantuvo hasta finales
de los años 40, siendo reconocido como uno de los mejores dramaturgos cómicos
del momento.
Jardiel extendió su carrera a Hollywood,
donde trabajó como guionista para la Fox Film Corporation en
1932. También dobló películas mudas y actuó como figurante. Un año más tarde,
en París, trabajó para la Fox filmando los Celuloides rancios, creando
una "nueva forma de expresión fílmica" (Gallud, 2014: 212) y que consistía en el doblaje humorístico de las películas mudas.
En 1937 embarcó a Buenos
Aires, de donde regresaría al año siguiente. Desde 1938, y hasta que acabó la
guerra, vivió en San Sebastián. El bando republicano le repudió por considerar
sus obras “demasiado derechistas” y el franquismo le censuró por ser “demasiado
izquierdista”. Esto resultó frustrante porque el autor se mantuvo imparcial en
cuanto a las ideas políticas y no incluyó temática política en sus obras. Mientras
tanto, había trabajado en algunos cortometrajes para Cifesa y había publicado
en Domingo. Entre 1940 y 1943 desarrolló dos giras teatrales por
España con su propia compañía llamada Compañía Española de Comedias Cómicas.
En 1944 viajó a Buenos Aires
para realizar una gira teatral por América Latina. Cuando se encontraba en
Uruguay, se produjo una reyerta contra él encabezada por “exiliados
republicanos españoles y uruguayos opuestos al régimen franquista, con el que
se le relacionaba” (Gallud, 2014: 95). Por ello, regresó arruinado a España, un
año antes de que le detectasen un cáncer de laringe. En 1946 recibió el Premio
Nacional de Teatro por su obra El sexo débil ha hecho gimnasia.
Enfermo, pobre y abandonado murió en 1952 en su casa de Madrid.
En su momento, "el
crítico Alfredo Marqueríe acuñó el término jardielismo"
(Gallud, 2014: 219) para englobar la importancia y el legado que dejó en la
literatura contemporánea. Se considera que, hoy en día, no hay un solo
comediógrafo que no haya sido influenciado por Jardiel. Sus discípulos más
importantes fueron Alfonso Sastre, Miguel Martín, Fernando Fernán-Gómez y
Gustavo Pérez Puig. En la actualidad, es un autor presente en los escenarios teatrales
de toda España y se le considera un “autor de éxito y un autor de culto. Los
montajes de sus obras, hoy, son garantía de éxito” (Ramón Fernández: 2001).
Al llegar la muerte de Jardiel,
su hija Evangelina imprimió en su lápida las palabras de su padre que rezaban “Si
queréis los máximos elogios, moríos”. Sin embargo, ninguno de los dos esperaba
que “llegarían otras alabanzas, solo que cincuenta años después” (Mejías, 2001).
2. Propuesta estética y obras.
Jardiel perteneció a “la otra
Generación del 27” o “la Generación Inverosímil”, junto a “Miguel Mihura,
Guillermo de Torre, Antonio Lara o Edgar Neville” (Gallud, 2014: 99). Este
grupo cultivó la vanguardia como punto de partida revitalizador de aquellos
géneros literarios anquilosados en la repetición de tópicos. Por ello, la
voluntad de este autor se inclinó hacia dos objetivos: “la
dignificación del humor y a la búsqueda de la originalidad” (Gallud, 2011: 52).
Jardiel seguía fielmente las teorías de
Ramón Gómez de la Serna y de Ortega y Gasset, que sembraron en él la idea de conformar una estética rupturista.
De hecho,
para Jardiel, Gómez de la Serna fue su maestro y aseguró que “sin él muchos de
nosotros no seríamos nada […] Lo que el público no pudo digerir de [las
comedias de] Ramón Gómez de la Serna, se lo dimos nosotros masticado y lo
aceptó sin pestañear” (Lafuente: 2001). Por otro lado, conociendo las teorías
de Freud y Bergson, Jardiel conformó su teoría del humor intelectual.
Jardiel defendió la postura
vanguardista de hacer "el arte por el arte". No obstante, su teatro
fue muy efectista en cuanto a que lograba evadir al público de la desalentadora
realidad de los años 40 mediante la risa, pero también generaba en ellos “una
resonancia de amargos desengaños” (Montero, 2001) por su contenido crítico.
Jardiel compuso obras hilarantes, rebeldes, picantes y caricaturescas en las que las innovaciones y las transgresiones tomaban el mando. Pese a que algunos críticos titularon sus producciones como "literatura de evasión" (Gallud, 2014: 137), estas escondían claras denuncias “a la hipocresía reinante y eran una invitación continua a la reflexión sobre el mundo” (Gallud, 2001).
Por otro lado, Jardiel desarrolló una vertiente literaria en la que el humor se orientó a la parodia metaliteraria de los géneros que triunfaban en el momento, pese a estar plagados de "insulsez [...], ñoñería [...] y falta de ingenio" (EJP, O. C., II: 629)[1].
Jardiel compuso obras hilarantes, rebeldes, picantes y caricaturescas en las que las innovaciones y las transgresiones tomaban el mando. Pese a que algunos críticos titularon sus producciones como "literatura de evasión" (Gallud, 2014: 137), estas escondían claras denuncias “a la hipocresía reinante y eran una invitación continua a la reflexión sobre el mundo” (Gallud, 2001).
Por otro lado, Jardiel desarrolló una vertiente literaria en la que el humor se orientó a la parodia metaliteraria de los géneros que triunfaban en el momento, pese a estar plagados de "insulsez [...], ñoñería [...] y falta de ingenio" (EJP, O. C., II: 629)[1].
Entre sus composiciones
teatrales destaca el teatro inverosímil -nunca absurdo- donde desplegó toda su
maestría cómica. Jardiel lo cultivó con el objetivo de superar el teatro cómico
que se estaba representando hasta el momento. Creando situaciones inverosímiles
y “diálogos rápidos, joviales, procaces y brillantes” (Olmos, 2015: 30), el
autor conformó una estética original que sublimaba lo cómico.
Entre sus
obras teatrales más aclamadas destacan Usted tiene ojos de mujer fatal (1932), Angelina o el honor de un
brigadier (1934), Las cinco advertencias de Satanás (1935), Cuatro corazones con freno y
marcha atrás (1936).
Sin embargo, su producción más aplaudida fue Eloísa está debajo de un almendro (1940), en la que lo equívoco y lo
inverosímil alcanzaron su máxima expresión. Un año más tarde estrenó la farsa Los ladrones somos gente honrada (1941).
De su trabajo como novelista
destaca la trilogía Amor se escribe sin hache (1928), Espérame
en Siberia, vida mía (1929) y Pero… ¿hubo alguna vez once mil
vírgenes? (1931), que parodia las exitosas novelas eróticas del
momento. También compuso narrativa breve y ensayos.
La relación entre Jardiel y el
éxito fue turbulenta. En sus inicios, trató de ofrecer obras teatrales afines a
la estética consagrada. El éxito taquillero era fundamental para él. Sin embargo, acabó por comprender que, para crear un estilo propio y original, "debía
enfrentarse a la incomprensión y la crítica” (Olmos, 2015: 76). Por ello,
mientras cultivaba obras inverosímiles, también compuso otras más fácilmente asumibles por el público.
Al llegar la enfermedad mortal que le acompañó durante siete años, el carácter de este
autor se agrió y algunos críticos han hecho prevalecer la idea de que este
escritor fue una persona oscura y amargada. Sin embargo, desmienten esta versión tanto él, que aseguró
no poder declarar que su humorismo estuviera apoyado en bases dolorosas (EJP,
O. C., III: 708)[2],
como su hija, que explicó que su padre era "vitalista, simpático, divertido y
bohemio" (Mejías, 2001).
Bibliografía
Fernández, José Ramón (2001). “El
hombre que hacía soñar al público”, ABC (13 octubre), p. 9.
[Extraído de https://www.abc.es/archivo/periodicos/cultural-madrid-20011013.html.
Consulta: 06/05/2020]
François, Cécile (2016). Personaje
femenino e intertextualidad paródica en la trilogía novelesca de Enrique
Jardiel Poncela. Madrid: Visor Libros.
Gallud Jardiel,
Enrique (2011). El teatro de Jardiel Poncela. El humor
inverosímil. Madrid: Fundamentos.
Gallud Jardiel,
Enrique (2014). Jardiel. La risa inteligente. Zaragoza:
Doce Robles.
Jardiel Poncela,
Enrique (1973). Obras completas, Barcelona: ed.
AHR.
Jardiel Poncela,
Enrique (2001). Obras selectas, prólogo de Gustavo Pérez
Puig, Madrid: Espasa, Austral Summa.
Jardiel Poncela,
Evangelina (1999). Enrique Jardiel Poncela: mi padre. Madrid:
Biblioteca Nueva.
Lapuente, Fernando R. (2001).
“«Sin ramón no seríamos nada»”, ABC (13 octubre), p. 13.
[Extraído de https://www.abc.es/archivo/periodicos/cultural-madrid-20011013.html.
Consulta: 06/05/2020]
Mejías, Carmen (2001). “Evangelina
Jardiel: «mi padre era vitalista y bohemio»”, ABC (13 octubre), p. 8
[Extraído de https://www.abc.es/archivo/periodicos/cultural-madrid-20011013.html.
Consulta: 06/05/2020]
Montero
Padilla, José (2001).
“Literatura y vida”, ABC (13 octubre), p. 10.
[Extraído
de https://www.abc.es/archivo/periodicos/cultural-madrid-20011013.html.
Consulta: 06/05/2020]
Olmos,
Víctor (2015). ¡Haz
reír, haz reír! Vida y obra de Enrique Jardiel Poncela. Sevilla: Editorial
Renacimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario